¿Máscara o antifaz?

Imagina que por un capricho del destino eres un superhéroe.

Quizá lo que sucede es que te pica un insecto radiactivo en una exposición científica y en vez de morir envenenado te conviertes, no sé, en el ''hombre-insecto-palo'', por ejemplo.

O tal vez no dispones de habilidades más allá de las de un simple mortal pero has sido entrenado en diversas disciplinas que te transforman en un ágil atleta y sagaz detective ayudado por una herencia millonaria que cada vez va a menos por culpa de los malditos impuestos, ¡cagoentodo!.

De una manera o de otra, salvo que tus dones consistan en la facilidad de cambiar de aspecto a tu antojo como los travestis, intentarás mantener en secreto tu identidad secreta (valga la rebuznancia) por lo que muy probablemente te plantearás cubrir tu rostro de alguna manera para evitar que tus rasgos sean reconocibles.

En esta situación lo más habitual es recurrir a la máscara (que vendría tapando lo que es toda la jeta) o al antifaz (que básicamente se limita a cubrir la piel cercana a los ojos).

Es evidente que la máscara resulta ser la opción que mejor evita ser descubierto por lo que se convierte en la decisión más inteligente. Al menos si eres precavido y dejas una abertura estratégicamente colocada por lo que pueda pasar...


También es aconsejable situar alguna cremallera en otras zonas delicadas.